TAREA 3 ETICA

 

La conciencia moral y ética como competencia humana general

La importancia de la educación moral y ética en el desarrollo humano es fundamental y multifacética. Este tipo de educación no solo forma individuos competentes y responsables, sino que también fortalece el tejido social al promover valores y actitudes que fomentan la convivencia pacífica y el respeto mutuo. En un mundo en constante cambio, marcado por profundas transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales, la educación moral y ética se erige como un pilar indispensable para la construcción de sociedades justas y equitativas.

El desarrollo moral y ético de una persona está intrínsecamente ligado a las ideas, valores, prácticas, relaciones e instituciones comunitarias y sociales en las que se desenvuelve, siendo la escuela un actor clave en este proceso. La cultura de una comunidad se convierte en expectativas que el individuo debe aprender e interiorizar mediante la interacción social, transformando estas expectativas en necesidades, intereses y capacidades que definen nuestra humanidad. El principio de la esperanza destaca que, aunque estamos condicionados por nuestro entorno socio-cultural, podemos, mediante pensamiento y acción, entender, criticar y transformar nuestra relación con el ambiente y, por ende, con nosotros mismos.

Vivimos en una época de crisis de valores, manifestada en comportamientos alejados de principios morales, éticos y cívicos tradicionalmente valorados. Esta crisis se refleja en fenómenos como la delincuencia, la violencia, el uso de drogas y estilos de vida egocéntricos y consumistas. Ante esta situación, nuestros principios éticos, cívicos y religiosos nos obligan a promover la formación de individuos con nuevas capacidades y sensibilidades éticas y cívicas. La UNESCO subraya la necesidad de aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser, destacando que las necesidades educativas actuales no se satisfacen únicamente con conocimientos específicos, sino que requieren el desarrollo de nuevas mentalidades, actitudes y competencias humanas.

La escuela debe transformarse en un espacio que promueva deliberada y coherentemente el desarrollo integral de los estudiantes en sus múltiples dimensiones. Para lograr esto, es necesario clarificar qué significan hoy en día moral y ética y cómo estas pueden adaptarse a las necesidades del siglo XXI. Además, es crucial investigar los factores que influyen en el desarrollo de la competencia ética y cívica, entendiendo por qué algunos individuos alcanzan niveles de excelencia en su conciencia moral mientras que otros no.

Una vez comprendidas estas condiciones, podemos adoptar métodos y estrategias pedagógicas para fomentar la conciencia ética y cívica. Esto requiere que padres, madres y docentes desarrollen nuevas formas de pensar, sentir, valorar y practicar la educación, reflejadas en nuevas formas de convivencia y prácticas educativas.

La conciencia moral y ética, entendida como una competencia humana general, es la capacidad para sentir, juzgar, deliberar y actuar conforme a valores morales de manera coherente, persistente y autónoma. Esta conciencia implica sensibilidad, juicio, deliberación y voluntad de acción, fundamentada en valores morales que nos obligan a actuar de manera congruente con un ideal del bien.

La ética, por su parte, mejora la conciencia moral, haciéndola más clara y coherente, y busca formular valores universales que trascienden particularidades culturales. En este contexto, la educación moral y ética no se trata solo de cumplir normas, sino de construir y vivir conforme a ideales que promueven la libertad, la responsabilidad y la felicidad.

En resumen, la educación moral y ética es esencial para el desarrollo humano integral, promoviendo individuos capaces de contribuir positivamente a la sociedad y de luchar por ideales que mejoren la convivencia y el bienestar colectivo.

ALEJANDRO JOSÉ GUERRA HERRERA

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